La península de Paracas y las Islas Ballestas que se encuentran frente a sus costas, constituyen una de las reservas marinas más importantes del mundo. Creado en 1975, con una extensión de 839,800 acres ( 340,000 ha) zona protegida, es el hogar migratorio a miles de lobos marinos , pingüinos y otros mamíferos marinos, y más de 215 especies de aves, algunas de las cuales vienen de lugares tan lejanos como el Círculo Polar Ártico y Tierra del Fuego.
La península fue nombrada después de la cultura Paracas, que floreció entre los años 300 aC y 200 dC, civilización que dominó el arte de la irrigación para canalizar el agua, de modo que no se pierda ni una sola gota de este preciado recurso.
Los pobladores Paracas – renombrados por sus extraordinarios y finos textiles – se podría decir que fueron los antecesores de los actuales neurocirujanos, debido a los hallazgos de trepanaciones craneanas, una rudimentaria pero eficaz forma de cirugía cerebral. También practicaban la deformación intencional de los cráneos de los bebés con tablas y fajas de madera para su alargamiento. Para los Paracas, la cabeza era considerada como un resumen de la belleza estética. Ejemplos de estas prácticas se pueden ver en el Museo de Sitio Julio C. Tello, ubicado en la Reserva Nacional de Paracas, además tiene salas de exhibición que incluyen artefactos y momias del año 700 aC.
Otro de sus principales atractivos en Paracas es un geoglifo precolombino llamado el Candelabro, grabado en la cara árida y arenosa de una colina. El grabado gigante, al menos 165 pies (50m ) de largo , se aprecia mejor desde el mar .