Un asombroso nuevo descubrimiento en Pañamarca, un antiguo yacimiento moche del norte de Perú, ha revelado una sala del trono que probablemente fue utilizada por una poderosa líder femenina.
Este hallazgo pionero, realizado en julio durante las excavaciones en Pañamarca (Ancash), es la última prueba de que las mujeres desempeñaban importantes funciones religiosas y políticas en la sociedad moche.
El equipo de investigación, una colaboración de arqueólogos, conservadores e historiadores del arte peruanos y estadounidenses, descubrió el trono de adobe dentro de una sala pintada que han bautizado como «Sala del Imaginario Moche.»
Según los investigadores, este descubrimiento representa la primera sala del trono conocida de una dirigente femenina en la historia moche.

El proyecto está financiado por la National Geographic Society, el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Columbia y el Centro de Conservación Avenir del Museo de Naturaleza y Ciencia de Denver.
Un vistazo a la civilización Moche
Pañamarca, situada en el valle de Nepeña, es el centro monumental más meridional de la cultura Moche, que floreció en la costa norte de Perú desde alrededor del año 300 d.C.
Artísticamente, los Moche fueron posiblemente la civilización antigua más notable de América.
Los artesanos moche plasmaron meticulosamente su cultura, religión, arquitectura y agricultura, así como sus guerras, ceremonias, enterramientos, medicina y sexualidad, a través de vibrantes murales y artefactos de arcilla cocida de gran realismo.
«Lo que siguió entre 600 y 850 aproximadamente podría considerarse incluso un ‘renacimiento’, dados los asombrosos logros que tuvieron lugar», nos dice Lisa Trever, profesora de Historia del Arte de la Universidad de Columbia. «Nuestras fechas radiocarbónicas para el periodo Moche en Pañamarca se sitúan todas entre 550 y 800 aproximadamente».

El yacimiento, conocido por sus murales de vivos colores, lleva mucho tiempo cautivando a los arqueólogos, desde la década de 1950. Los hallazgos anteriores incluían pinturas murales de sacerdotes, guerreros y seres sobrenaturales en vibrantes procesiones. En 2010, se descubrió un escudo de plumas moche.
Sin embargo, esta sala del trono recién descubierta destaca como la última prueba de la existencia de una dirigente femenina de alto estatus en la historia moche.
El hallazgo no es una anomalía.
Las excavaciones realizadas en San José de Moro entre 1991 y 2013 desenterraron ocho momias moche femeninas de élite, incluida una gran sacerdotisa de 1.200 años de antigüedad.
“Nuestras excavaciones sólo han encontrado tumbas con mujeres, nunca con hombresâ€, declaró en 2013 a la Agence France-Presse el arqueólogo Luis Jaime Castillo, director del proyecto de San José de Moro. El descubrimiento de la última tumba, dijo, «deja claro que las mujeres no sólo dirigÃan rituales en esta zona, sino que gobernaban aquà y eran reinas de la sociedad mochica».
En 2005, el arqueólogo Regulo Franco desenterró la tumba intacta de una joven conocida ahora como la Dama Cao en el complejo arqueológico de El Brujo.
El cuerpo de la mujer, adornado con tatuajes de serpientes y arañas, fue hallado con ornamentos típicos de los líderes moche de alto rango. Los expertos creen que los tatuajes simbolizaban poderes místicos que su pueblo le atribuía.
Se cree que Dama Cao, que vivió hacia el año 400 d.C., murió poco después de dar a luz. Los arqueólogos la consideran la primera gobernante femenina conocida del Perú precolombino, y la comparan con Cleopatra del antiguo Egipto.
«La Dama Cao era una gobernante, cuyo cuerpo tatuado era un oráculo viviente», dijo Franco, que llegó a dirigir las operaciones en Machu Picchu. Recientemente ha sido nombrado director de la Dirección de Cusco del Ministerio de Cultura.

«Tampoco era una sacerdotisa», declaró Franco al diario peruano La República en una entrevista para conmemorar el 15 aniversario del descubrimiento de la Dama Cao. «Era una mujer con poder político».
El trono de adobe descubierto en Pañamarca sugiere que allí también ejerció un poder importante una dirigente femenina durante el siglo VII.
El trono está decorado con murales que representan a una poderosa mujer asociada con la luna creciente, el mar y el tejido. Algunas escenas la muestran recibiendo visitas, mientras que otras la retratan sentada en el trono, rodeada de murales de otras mujeres hilando y tejiendo telas.
Además, los investigadores afirman que el trono presentaba signos de desgaste, sobre todo erosión en el respaldo. Esto, combinado con el hallazgo de hilos finos, cuentas de piedra verde y pelo humano en el yacimiento, sugiere que el trono no era meramente simbólico, sino que se utilizaba activamente.
«Pañamarca sigue sorprendiéndonos», dice Trever, «no sólo por la inagotable creatividad de sus pintores, sino también porque sus obras están cambiando nuestras expectativas sobre los roles de género en el antiguo mundo moche.»
Murales desenterrados muestran maestría creativa
Los murales que rodean el trono de la Sala del Imaginario Moche muestran ricas escenas de la vida y la mitología moche.
Los pilares pintados representan la poderosa figura femenina en escenas de autoridad y procesión. También se descubrieron intrincadas imágenes de mujeres hilando y tejiendo en un gran taller, junto con representaciones de hombres portando tejidos y la corona de la líder, trenzada con sus cabellos.
La Sala de las Serpientes Trenzadas: Un descubrimiento monumental
Junto a la sala del trono, surgió otro hallazgo significativo de las excavaciones en curso. El «Salón de las Serpientes Trenzadas» es una estructura recién descubierta en la plaza de Pañamarca. Esta sala presenta anchos pilares cuadrados pintados con serpientes entrelazadas, un motivo que no se ve en otro arte moche. Otros murales muestran guerreros, armas antropomorfas y una figura monstruosa que persigue a un hombre.

La sala parece haber sido un espacio de élite, probablemente utilizado para rituales y reuniones. La arqueóloga Michele L. Koons, del Museo de Naturaleza y Ciencia de Denver, afirma que la posición estratégica de la sala es «casi como los palcos de un teatro o estadio desde los que se podía observar lo que ocurría abajo, al tiempo que proporcionaba espacios privados a sus privilegiados ocupantes».
Las excavaciones demuestran que la sala pasó por varias fases de renovación, como la quema de ofrendas y el encalado de murales. Estos acontecimientos, junto con la singular imaginería serpentina, sugieren que fue un espacio ceremonial importante en el mundo moche.
Esfuerzos de conservación y preservación digital
Los murales de Pañamarca son extremadamente frágiles, y su conservación es una prioridad absoluta. El equipo de investigación está trabajando con expertos locales e internacionales para estabilizar y proteger los murales recién descubiertos.
Utilizando técnicas tradicionales junto con la moderna tecnología digital, están documentando meticulosamente cada detalle de las pinturas para garantizar el acceso futuro tanto de los estudiosos como del público.
Sin una conservaci?n adecuada, estos murales se degradar?an r?pidamente, dice el arque?logo José Antonio Ochatoma Cabrera. Por eso cubrimos los murales al final de cada temporada de campo para protegerlos de los elementos».

El equipo también está invirtiendo en estructuras de protección, como tejados y cortavientos, para salvaguardar los murales. Además, están creando representaciones digitales detalladas del lugar, a las que se podrá acceder a través de varias plataformas en línea.
Queremos asegurarnos de que este patrimonio se conserva para las generaciones futuras, tanto fÃsica como digitalmente», dice Ortiz Zevallos.
El futuro de Pañamarca
Aunque actualmente el turismo a Pañamarca está restringido debido a la fragilidad de los murales, es posible que los esfuerzos futuros permitan un acceso público limitado, una vez que la infraestructura de conservación esté totalmente instalada.

«Si se dejaran expuestos a la intemperie sin un programa de conservación permanente in situ, los valiosísimos murales de Pañamarca empezarían a deteriorarse inmediatamente», afirma Ochatoma Cabrera.
Eso es lo que ocurrió con los murales descubiertos por primera vez en la década de 1950, añadió. «Cubrimos las excavaciones para garantizar la conservación a largo plazo de este importante patrimonio cultural».